jueves, 28 de julio de 2011

Soledad viperina.


No puedo hablar;
Los fantasmas de los cuervos
llevan en sus picos de cristal
pedazos de mi lengua
atragantados por las palabras,
construyen un nido
dentro de mi pecho,
siembran negras semillas
de seco sabor
matándome de hambre
alzan vuelo dejando en mi vientre
sus plumas, mimetizándose
en mis poros, para luego
desalarme cual mariposa.

El rubor de los sentidos
traza un mapa
a lugares no poblados
de húmedas noches
y sus rubíes
se vuelven polvo
borrando los rastros
de vino de mis labios,
perdiendo el horizonte
de mis cuatro espaldas cardinales.

Lloran las tormentas
a través de mi ventana.
Los dioses con su humo credo
traspasan el útero
que guardo en la memoria.

De momentos aún sin verbos,
sólo espero
que algún órgano viperino contamine
los oídos de una de sus séptimas
máscaras y yo hecha o destrozada
pueda servirme de grietas
en las cuales dejar mensajes.


*Jugando a ser callada, me mordí la lengua*



martes, 26 de julio de 2011

A Jim

Los rostros
se desvanecen
dorados
buscando
el mar
de cera
al cual soplarle
los extremos.
Yo caigo

¿Has tratado de morir?


Meciendo los brazos
de esquina
a esquina
salpicando sueños
violetas en las paredes.

¿Has vivido?

He rozado el fin en tus labios,
te he encontrado
blanco
y libre,
saturado
hasta el pecho
de insaciables mariposas
morpho- esqueléticas

Por siempre solo
tu joven ayer
yace en la hierba,
dudas en polvo
y lujuria
de plumas
para flotar
en el muslo
de alguna mujer
queriendo llenarse
de tus adentros.

No termina
la pesadilla
de la flor plástica, allí,
perenne en el tiempo.
Tus segundos vuelven
ancestrales de vino
otra vez, la vida
su fuego,
se enciende
para consumir
las agujas
sobre la arena.

Tuvimos miedo,
   
 el cuervo  
               el funeral,                
                                              las cruces,                                             
 el reflejo que desconoces.


Se cierra el espacio.

La luz es monótona
y
lastima.

¿Te atreves?

Cae,
      conmigo.

viernes, 11 de febrero de 2011

Sin medida.



Es tan sencillo notar a una bestia voraz en medio un campo de inocuas ovejas y tan difícil de juzgarla cuando perece desahuciada en medio del bosque de lo inmutable.
¿Qué querrás hacer, alma mía, para enterrar tu virtud en la oscuridad? Tu virtud que es mi maldición; ¿quién tendrá un filo tan poderoso como para dejarte mutilar ese hilo de éter y carne que me une a tu existencia?

Me cosí a la piel las aves que hacían tu vida ávida de falsas canciones de felicidad. Manché mi piel de bálsamos impuros para que no la desearas más. Las anchas alas de las cenizas de tus palabras son el insoportable espectro de tu soledad.
Me querrás matar después, ángel apenado, yo no lo puedo permitir; te despojo de tus armas y es por esto que lo que más me dolerá decirte es que hasta en mis sueños te he amputado las alas.

Nota 2. 18/12/2010   Hora 1:30 am
Hay que acomodar las cosas del día, hay que hablar para llenar los espacios de silencio, hay que tener compañía todo el tiempo y toda la vida… hay que tener al compañero de la vida… y hay que hacer perpetua la sangre. Hay que tener unos converse de cintas raras, hay que hacer que lo caro parezca barato y visceversa. Hay que saber; hay que ver muchas películas, leer muchos libros, encargar muchas revistas, hay que bajar mucha música y de vez en cuando comprar algunos discos.

Hay que leer el periódico y engullir las malas noticias con seriedad. Hay que pensar qué será. Hay que saber hablar y opinar acertivamente. Hay que tomar y fumar mucho, hay que madurar con plantillas y hay que ser hedonistas antes de los 50; porque sino ya estaremos reformados, muerto o perdidos. Hay que viajar solos, hay que viajar con gente con mente a la deriva. Hay que ser espirituales y hay que ser muy terrenos. Hay que resistirnos al capitalismo pero levantarnos todos los días para consumir nuestras compras… algo vistoso, con diseño y calidad. Hay que ir a cafés, desfiles, toques,  plazas, bares, pubs o antros.

Hay que usar paraguas. Hay que tener buenos zapatos para estar parados sin recorrer caminos. Hay que peinarnos despeinados, hay que ver alrededor pretendiendo dejarnos encontrar cuando estamos buscando algo incansablemente; hay que cruzar miradas para hacer pensar al otro que tenemos algo que compartir aun cuando no lo hay. Hay que cuidar los pies, las manos, la piel, los ojos… todo para no movernos, sentir ni ver nada. Hay que tener una mac, hay que poner un soundtrack a la vida y hacerla una obra de teatro con acotaciones, vestuario y escenografía perpetua. Hay que tener carácter, pelear y dejar en claro que uno hace lo que quiere, aunque no sepa qué quiere. Hay que sumergirnos en las luces azules de la noche y tumbarnos de panza al sol de la mañana. Hay que pensar que todo es un relevo. Hay que usar lo de antes, combinado con lo nuevo; hay que ser liberales; no libertinos. Hay que saludar a los que nos saludan…

Hay que ver lo que no se ve, hay que entender que estamos una vez a la vez… y haciendo tanto que no hay que hacer…